lunes, abril 11, 2011

El siete

El siete es un buen número al que apostar. Apuesto por él. Me gustaría que todos lo hicieran, particularmente hoy. Esta noche.
Mañana cuando salga en la lotería, aquellos que siguieron mi consejo podrán contar sus ganancias, hacer dividendos y enviarme lo que consideren apropiado enviarme.
Hoy lo tuve presente todo el día. Bah, creo que simplemente se apersonó.
Comenzamos mal, como suelen comenzar estas relaciones. Encontrándonos en el dorso de mi remera. Un siete no siempre es malo, señora. Se remienda.
Luego vino una catarata de sietes que se agolpaban frente a mi auto, en las patentes de los demás. Aclaro: yo no tengo ningún siete en mi carro. ¿Será por eso que choco tanto? Un siete siempre da suerte, señora.
Siete personas me molestaron hoy. Lo mejor de eso es que nunca lo supe hasta darme cuenta que seguía intentando hacerse notar. Solo por eso me molestaron tanto. Sino, que siete ni ocho cuartos! Joder!
Claro que no fue lo único que intentó. El siete se siente, se presiente. Se nota principalmente a las siete. Las siete es un horario particular. Molesta levantarse a las siete y uno se da cuenta que no queda más tiempo para hacer todo aquello que debiéramos una vez que son las siete, pero es lamentable que sean las siete. Si fueran las ocho, quizá no pondríamos esperanzas ya que es una causa perdida. Pero las siete… y aún tanto por hacer!
Sin embargo, el colectivo nº 7 de la línea C tarda demasiado, incluso para el deteriorado sistema de transporte urbano. Pero el 7 es el siete y no otro el que me trajo hasta aquí para que en el séptimo día de la semana escribiera estas líneas, que si bien son más que siete, no durarán en sus mentes algo más que seis segundos. ¿Quizás siete?