martes, agosto 25, 2009

Zoofila

De noche, cuando el frío aterraba, me llamaba a su cama. Sus hermosos brazos blancos abrían para mí el lecho y con caricias me ayudaba a recostarme a su lado.
Con una sonrisa en sus labios recibía mis primeros besos. Inquieta al principio, se dejaba lamer con tranquilidad mientras decía no sé que cosas.
Buscaba entre las sábanas suaves, nunca probé otras iguales, una almohada en donde reclinaba su cabeza de costado y simulaba dormir plácidamente. Entonces era cuando yo más inquieto comenzaba a moverme ; saltaba como loco y ella solo parecía con ganas de que yo le hiciera toda clase de juegos y acrobacias...
Un buen día se levantó fastidiada. Parecía un tanto más vieja.
No preparó el desayuno para los dos, como acostumbraba hacer, sino que solamente se sentó en su silla y comenzó a leer el periódico.
Cuando el café estuvo listo fue a servirlo, me miró al pasar y como si todos aquellos años hubiesen quedado en el olvido, abrió la puerta y me invito a marcharme.
Dos días más tarde entró en la casa con una jaula tapada por un manto azul. No me dio nada, se sentó en su silla y retiró el manto con un gesto triunfal : -Al fin ! - exclamó fuera de sí. -Esto es lo que siempre quise ! - y mientras sacaba una horrorosa criatura de la jaula dejó grabada en mi alma la última palabra que me dirigió : - Cucha!!
Fede Máthé